En 1928, el arqueólogo nativo Julio Tello descubrió una fosa común en la península desértica de Paracas, pertenecientes a seres que se creía que eran extraterrestres debido a la forma anormalmente alargada de su cráneo en comparación con los cráneos humanos normales. Hoy, la mayoría de los historiadores argumentan que esto se debió a la deformación artificial del cráneo, una práctica común entre muchas tribus sudamericanas. Se cree que se hizo por razones estéticas y para simbolizar la nobleza, encajaron las cabezas de los bebés recién nacidos entre tablones de madera para crear esta forma de cráneo largo.