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Sabías que… Soneto 8 de Elizabeth Barret Browning: “¿Qué puedo devolverte, oh liberal?”

Soneto 8 de Elizabeth Barret Browning: "¿Qué puedo devolverte, oh liberal?"

Introducción con Texto del Soneto 8: “¿Qué puedo devolverte, oh liberal?”

los sonetos del portugués de Elizabeth Barrett Browning encuentra a la hablante que continúa dudando y negando su gran fortuna al atraer a un pretendiente tan consumado y generoso.

Sin embargo, poco a poco está empezando a aceptar la posibilidad de que este increíble hombre pueda sentir afecto por ella.

Soneto 8: “¿Qué puedo devolverte, oh liberal?”

¿Qué puedo devolverte, oh generoso
y principesco dador, que has traído el oro
y la púrpura de tu corazón, inmaculados, indecibles,
y los has puesto en el exterior de la pared
para que los que yo tome o deje,
en inesperada generosidad? ? ¿Soy frío,
desagradecido, que por estos altísimos
dones no devuelvo nada en absoluto?
No tan; no frío, sino muy pobre en cambio.
Pregúntale a Dios quien sabe. Pues frecuentes lágrimas han corrido Los colores de mi vida, y han dejado
una materia
tan muerta Y pálida, que no se hizo bien
Para dar lo mismo como almohada a tu cabeza.
¡Ve más lejos! que sirva para pisotear.

Títulos de sonetos numerados en una secuencia

Los sonetos a menudo aparecen en una secuencia y están numerados pero sin título. El número del soneto no es su título, por lo tanto, no hay mayúsculas en el término soneto ni comillas alrededor de la frase soneto 124. La primera línea del soneto se convierte en el título y, de acuerdo con las pautas de MLA, “cuando la primera línea de un poema sirve como título del poema, reproduzca la línea exactamente como aparece en el texto”. APA no aborda este tema.

Comentario al soneto 8: “¿Qué puedo devolverte, oh liberal?”

La hablante sigue negando su buena fortuna mientras revela su agradecimiento por las atenciones de su ilustre pretendiente; ella comienza a aceptar su suerte pero de mala gana.

Primera cuarteta: Desconcertado por la atención

¿Qué puedo devolverte, oh generoso
y principesco dador, que trajiste el oro
y la púrpura de tu corazón, inmaculados, indecibles,
y los pusiste en el exterior del muro?

La hablante una vez más se encuentra desconcertada por la atención que recibe de alguien que está muy por encima de su posición en la vida. Él le ha dado tanto, siendo un “liberal / y dador principesco”. El término “liberal” aquí significa abiertamente generoso.

Su pretendiente le ha traído su valiosa poesía junto con sus propias cualidades y modales de clase alta. Ella asigna metafóricamente todos esos regalos al estado de “oro y púrpura”, los colores de la realeza, y los ubica “fuera del muro”.

El pretendiente la enamora dándole una serenata debajo de la ventana, y ella está asombrada por la buena fortuna que está experimentando.

No puede comprender cómo alguien tan delicado y humilde como ella misma puede merecer la atención que sigue recibiendo de este apuesto y consumado poeta.

Segunda Cuarteta: Rechazar o Aceptar

¿Para que como yo lo tome o lo deje
con inesperada generosidad? ¿Soy frío,
desagradecido, que por estos altísimos
dones no devuelvo nada en absoluto?

El apuesto pretendiente le da al hablante la opción de tomar sus afectos y atenciones o rechazarlos, y ella está muy agradecida por todo lo que recibe, aunque lamenta no tener nada que ofrecer a cambio.

Ella declama: “No devuelvo nada en absoluto”.

Ella enmarca su carencia en una pregunta que se responde a sí misma, lo que implica que, aunque pueda parecer “desagradecida”, nada más lejos de la realidad.

La intensidad retórica lograda al dramatizar sus sentimientos en una pregunta retórica realza no solo el arte del soneto sino que también agrega dimensión a esos mismos sentimientos. El recurso de la pregunta retórica magnifica la emoción.

En lugar de emplear expresiones usadas en exceso como “definitivamente” o “muy”, el orador usa la pregunta retórica para fusionar las herramientas poéticas en una expresión dramática que explota con emoción.

Primer Tercio: No Falta Pasión

No tan; no frío, sino muy pobre en cambio.
Pregúntale a Dios quien sabe. Por frecuentes lágrimas han corrido
Los colores de mi vida, y dejado tan muerto

El orador, sin embargo, no deja la pregunta abierta a posibles interpretaciones erróneas; luego responde con bastante severidad: “No, no es frío”. No le falta pasión por los regalos que le hace su pretendiente; ella es simplemente “muy pobre en cambio”.

Ella insiste en que es “Dios quien sabe” el alcance de su pobreza así como la profundidad de su gratitud.

Luego admite que a través de mucho derramamiento de lágrimas, ha causado que los detalles de su vida se desvanezcan, ya que la ropa enjuagada muchas veces en agua se vuelve “pálida”.

Segundo Tercio: Baja Autoestima

Y una materia pálida, no se hizo adecuadamente
para dar lo mismo como almohada a tu cabeza.
¡Ve más lejos! que sirva para pisotear.

La falta de una vida colorida de la oradora, su condición humilde, su sencillez de expresión se han combinado para hacer que se denigre ante el pretendiente de clase alta con quien se siente obligada a contrastarse.

Todavía no es capaz de conciliar su carencia con la abundancia de él, y nuevamente quiere instarlo a que se aleje de ella porque siente que su carencia vale tan poco que podría “servir para pisotearla”.

Sus esperanzas y sueños los mantendrá ocultos hasta que puedan anular la realidad de su falta personal de experiencia y estación de vida.

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