En la época antigua y medieval, la orina se recogía para venderla al curtidor o mercerero local.
La orina se utilizaba para limpiar la ropa, durante el proceso de teñido de los tejidos y para curtir el cuero. La orina también era una herramienta de diagnóstico, utilizada por los médicos medievales para evaluar la salud basándose en el color, el olor y el sabor.