La ejecución de Ethel Rosenberg en la silla eléctrica no fue sencilla. Después de tres descargas, las enfermeras le quitaron los torniquetes y los médicos descubrieron que su corazón seguía latiendo. Se aplicaron dos descargas más; según los testigos, salía humo de su cabeza.
Fuente: Ethel Rosenberg: a gruesome death by execution that shocked the world
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